Se ha escrito mucho sobre los mandalas, sabemos que se encuentran en todas la culturas y que revelan sabiduría, que tienen efectos terapeúticos al dibujarlos y al pintarlos, que son parte de la tradición budista tibetana y sus monges se pasan horas y horas construyéndolos con arenillas de colores y cuando al terminarlos han cumplido con su objetivo que es el de encontrar la profundidad del conocimiento sagrado dibujado en ellos, son destruidos y solo los oficiantes que participan en su elaboración se quedan con el conocimiento adquirido que les revela.
Hay que notar que ellos se encuentran en la naturaleza, en sus formas, en las flores, en los caracoles, y si somos observadores casi en cualquier forma de expresión de belleza esta presente. Las formas del ADN, cadenas espirales interminables del origen del sello de la vida, muestran esas formas que al parecer nos dan la expresión del origen de la vida. Cuando observamos el vasto universo, los sistemas planetarios, las galaxias, tienen a la luz de nuestros ojos la forma de círculos espirales que que nos muestran la evolución ascendente del universo por las espiralidad de sus formas en la lejanía de los millones de años luz.
En la Grecia antigua, ya Pitágoras nos hablaba de la música de las esferas y no por casualidad los mandalas también tienen forma circular, y ambos tienen propósitos terapeúticos; nos hablaban de la cuadratura del círculo que es una expresión matemática del universo o del tan conocido teorema de Pitágoras que se vuelve un enorme enigma para los estudiantes de física, matemáticas o filosofía en las universidades y que tambien se ve expresada en los mandalas. El la tradición Sufí, los monjes meditan haciendo una danza en círculos una emulación del universo, para que los lleve a una experiencia mística de su encuentro consigo mismos y con la divinidad.
Es por ello que los círculos de sabiduría, llamados mandalas son tan importantes para el conocimiento humano, en el conocimiento de lo sagrado. En la física aplicada podemos observalos en las bobinas de los motores eléctricos que giran en fuerzas centrífugas y centrípetas para impulsar cualquier artefacto que el hombre ha hecho para su uso en la búsqueda de encontrar mejores maneras de ayudarse en sus tareas.
El conteo del tiempo está dado por la ubicación de nuestro planeta que gira alrededor del sol y la rotación de la tierra sobre su eje nos muestra el día y la noche, necesarios para desarrollar el proceso de la vida. Los discos solares de los azteca nos revelan la duración del año y sus etapas sobre patrones precisos de recorrido de nuestro planeta en el sistema solar. Nuestra relación con nuestro origen celestial se encuentra en un viaje de cerca de veintiseis mil años en una elipse de todo nuestros sistema solar y que con las energías provenientes de las constelaciones zodiacales podemos hacer referencia al conocimiento y experiencia de cada ser humano.
Así de importante es el aprendizaje del conocimiento que revelan los mandalas y que son parte del del conocimiento y experiencia de los Seres Humanos en la búsqueda de su conocimiento de si mismo y de su relación con lo sagrado.
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