Los pueblos prehispánicos y quienes somos sus herederos no tenemos "dioses", como lo contaron los invasores, como lo dicen los libros e incluso como lo repiten frenéticamente los arqueólogos y los historiadores, que solo corean lo que escucharon, lo que aprendieron. Y no van a los anales de la historia precolombina, la de los pueblos originarios de este continente.
Nuestros abuelos conocían el Universo en una forma diferente, como dice Isaak Rico “sabemos de sus Fuerzas, de sus Poderes, de sus Energías, de su capacidad Dinámica y Activa así como Estática y Pasiva, que la Anima”.
Quien agrega “Le dimos nombres de acuerdo a nuestra Lengua, conforme a lo que percibimos de estas Energías, las expresamos con Ideogramas en nuestros papeles pintados, en nuestras piedras labras, como una manera de comunicación".
Y eso es cierto, los hombres de conocimiento de estos lares, sabían que todo en nuestro contorno es energía, es vibración y reconocían que solo se manifestaba en diversas formas, por ello sus representaciones eran sobre el agua, el aire, la tierra, el sol, el maíz.
Los teocalli eran en realidad “casas de energía”.
Teotl: energía
Calli: casa
Hoy día esta realidad es reconocida por los científicos de todo el mundo, quienes reconocen que todo es energía.
Es tiempo de que la historia se reescriba, que clamemos esta realidad a los cuatro rumbos, para que se borren tantos estigmas indilgados a los pueblos originarios. Y se reconozca su sabiduría.
La más clara expresión la tenemos cuando se refieren a la energía de la creación con la palabra Ometeotl, que reconoce la existencia de una energía dual, masculina y femenina, positiva y negativa, como el día y la noche.
Ome: dos
Teotl: energía