Si
estas básicas intenciones están presentes dentro de tí, Dios toma la
responsabilidad de expresarlas. Todo lo demás que tú hagas es
secundario. Sin embargo, aún así, puedes ejercer una gran influencia por
medio de tu conducta diaria. Aquí están las reglas fundamentales para
la vida espiritual que han probado ser efectivas para mí personalmente y
que siento, trabajarán para muchas personas.
1.Conoce tus Intenciones.
No permitas que tus falsas intenciones permanezcan enmascaradas.
Sácalas de raíz y trabaja con la ira y el miedo que te mantiene atado a
ellas. Las falsas intenciones asumen la forma de deseos culposos: Yo
quiero que alguien fracase, yo quiero vengarme, yo quiero que la gente
mala sea castigada, yo quiero obtener algo sin poner lo mío en peligro.
Las falsas intenciones pueden ser elusivas; notarás su existencia por el
sentimiento que te conecta con ellas, un sentimiento de miedo, de
codicia, de rabia, de desesperación, de debilidad. Primero experimenta
el sentimiento, después niégate a quedártelo y luego, permanece alerta
hasta que encuentres la intención que se esconde debajo.
2.Establece tus Intenciones Elevadas.
Ten la intención de ser un Santo o un Hacedor de Milagros. ¿Por qué
no? Si tú sabes que la meta del crecimiento interior es adquirir
Maestría, entoces, pide que esa Maestría se exprese tan pronto como sea
posible. No te esfuerces por producir milagros, pero no te resistas a
ellos tampoco. El comienzo de la Maestría es Visión: ver milagros
alrededor de tí, eso hará más fácil que milagros más grandes comiencen a
aparecer.
3.Vete a tí mismo en la Luz.
El Ego mantiene su dominio al hacernos sentir necesitados y sin
fuerzas. De esta sensación de pérdida, crece un ansia de adquirir todo
lo que vemos. Dinero, poder, sexo y placer, se supone que llenen el
vacío, pero no lo llenan. Tú puedes escaparte de este paquete de
ilusión, únicamente si no te ves a tí mismo en la sombra luchando por
alcanzar a Dios, sino que te veas en la Luz desde el primer momento. La
única diferencia entre tú y un santo, es que tu luz es pequeña y la de
un santo es grande. Ustedes son ambos de la Luz.
4.Ver a todos los demás en la Luz.
La manera más barata de sentirte bien tú mismo, es al sentirte
superior a las demás personas. De esta pequeña semilla, crece toda forma
de juicio. Una simple forma puede ayudarte aquí. Cuando estés tentado a
juzgar a otro ser humano, sin importar cuan obviamente él o ella lo
merezca,recuérdate a tí mismo que cada uno está haciendo lo mejor que
puede, desde su propio nivel de consciencia.
5.Refuerza tus Intenciones todos los días.
La vida diaria es un tipo de remolino de caos y el ego está
firmemente enraizado en sus demandas. Necesitas recordarte a tí mismo
desde el inicio hasta el final del día, tu propósito espiritual. A
algunas personas, les ayuda el escribir sus intenciones; a otras les son
útiles, períodos regulares de meditación y oración. Encuentra tu
centro; interiorízate y no dejes ir tu intención hasta que la sientas
centrada dentro de tí.
6.Aprende a perdonarte a tí mismo.
Todos nosotros caemos en trampas de autosuficiencia e ilusión cuando
menos lo esperamos. Los hechos demuestran, que lastimar a alguien, que
el mentir deliberadamente y la irresistible necesidad de hacer trampa,
son universales. Perdónate a tí mismo por estar donde estás. Aplícate a
tí mismo la misma regla que aplicas para los demás: tú estás haciendo lo
mejor que puedes, desde tu propio nivel de consciencia... (Me gusta
recordar la definición de un Maestro, del discípulo perfecto: “Uno que
siempre está tropezando, pero que nunca se cae”).
7.Aprende a dejar ir.
La Paradoja de ser espiritual es, que siempre estás equivocado y
acertado al mismo tiempo. La vida es cambio; debes estar preparado para
dejar ir tus creencias, tus pensamientos y tus acciones de hoy,
independientemente de cuan espiritual te hagan sentir. Cada nivel de
crecimiento interno es bueno. Todos están alimentados por Dios.
8.Reverencia lo que Es Sagrado.
Nuestra sociedad nos enseña a ser escepticos de lo sagrado. Pero cada
santo es tu futuro y cada Maestro está buscándote entre la multitud
para que te unas con él. Los representantes humanos de Dios, constituyen
un tesoro infinito. Profundizar dentro de este tesoro, te ayudará a
abrir tu corazón.
9.Permite que Dios se haga cargo.
La mayoría de las personas son adictas a preocuparse, a controlar, a
dominar y a la falta de fe. Resiste la tentación de seguir estas
tendencias. No escuches la voz que te dice que tienes que tener todo
bajo control y, que la constante vigilancia es la única manera de
conseguir que las cosas sean hechas. Deja que el Espíritu intente un
nuevo camino. Tu Intención, es la herramienta más poderosa que tienes a
disposición. Haz todo lo posible porque todo salga como es debido y,
luego, suéltate y permite que las oportunidades vengan a tu encuentro.
El resultado que tan forzosamente estás buscando, puede que no sea tan
bueno para tí, como aquel que te llegue naturalmente. Si pudieras darle a
Dios el uno por ciento de tu vida diariamente, serías la persona más
iluminada del mundo en un lapso de tres meses. Mantén ésto en tu mente y
entrega algo, cualquier cosa, cada día.
10.Abraza lo Desconocido.
A través de los años haz formado preferencias y aversiones; haz
aprendido a aceptar ciertos límites. Nada de ésto es tu verdadero Ser.
Lo desconocido te está esperando. Un desconocimiento que nada tiene que
ver con el “yo” que tú ya conoces. Algunas personas alcanzan el borde de
la ilusión solamente, a la hora de la muerte y entonces, con una larga
mirada hacia atrás, toda una vida parece increíblemente corta y
transitoria. La parte de nosotros que conocemos, es la parte que nos
hace ver todo demasiado rápido. Cuando sientas un nuevo impulso, un
pensamiento elevador, una visión interior que nunca hayas tenido antes,
abraza lo desconocido. Cuídalo tan tiernamente como a un bebé recién
nacido. Dios vive en lo desconocido y cuando tú lo abraces plenamente,
serás libre.