jueves, 15 de diciembre de 2011

Soledad y Solitud

Soledad y Solitud

La oscuridad de la solitud no se puede combatir directamente. Es algo esencial que todos deben entender, que existen algunas cosas fundamentales que no se pueden cambiar. Ésta es una de las cosas fundamentales: tú no puedes luchar con la oscuridad directamente, con la solitud directamente, con el miedo al aislamiento directamente. La razón es que todas estas cosas no existen; son simplemente ausencias de algo, así como la oscuridad es la ausencia de luz.

Ahora ¿qué es lo que haces cuando deseas que el cuarto no esté oscuro? Tú no haces nada directamente con la oscuridad — ¿no es así? No puedes empujarla hacia afuera. No hay manera posible de hacer algún arreglo para que desaparezca la oscuridad. Tienes que hacer algo con la luz. Ahora eso cambia toda la situación; y eso es a lo que llamo algo esencial, fundamental. Tú ni siquiera tocas la oscuridad; no piensas en ella. No tiene caso; no existe, es simplemente una ausencia.

Así que sólo trae luz y no encontrarás oscuridad en lo absoluto, porque era la ausencia de luz, simplemente la ausencia de luz — no algo material, con su ser propio, no algo que existe. Pero simplemente porque la luz no estaba allí, tú adquiriste una sensación falsa de la existencia de la oscuridad.

Puedes seguir luchando con esta oscuridad toda tu vida y no tendrás éxito, pero tan sólo una vela pequeña es suficiente para disiparla. Tienes que trabajar a favor de la luz porque es positiva, existencial; existe por sí misma. Y una vez que la luz llega, cualquier cosa que era su ausencia automáticamente desaparece.

La solitud es parecida a la oscuridad.

Tú no conoces tu soledad. No has experimentado tu soledad y su belleza, su enorme poder, su fuerza. Solitud y soledad en los diccionarios son sinónimos, pero la existencia no sigue tus diccionarios. Y nadie ha intentado aún hacer un diccionario existencial que no sea contradictorio a la existencia.

La solitud es ausencia.

Como no conoces tu soledad, hay miedo. Te sientes solitario así que deseas aferrarte a algo, a alguien, a alguna relación, sólo para guardar la ilusión de que no estás solitario. Pero tú sabes que lo estás — de ahí el dolor. Por un lado te estás aferrando a algo que no es real, que es sólo un arreglo temporal — una relación, una amistad.

Y mientras estás en la relación puedes crear una pequeña ilusión para olvidarte de tu solitud. Pero éste es el problema: aunque puedes olvidarte por un momento de tu solitud, justo al momento siguiente te haces consciente de repente de que la relación o la amistad no es algo permanente. Tú no conocías ayer a este hombre o a esta mujer, eran extraños. Hoy son amigos ¿quién sabe mañana? Mañana pueden ser nuevamente extraños — de ahí el dolor.

La ilusión da cierto consuelo, pero no puede crear la realidad de modo que todo el miedo desaparezca. Reprime el miedo, así que en la superficie tú te sientes bien — al menos intentas sentirte bien. Tú finges sentirte bien ante ti mismo: qué maravillosa es la relación, qué maravilloso es el hombre o la mujer. Pero detrás de la ilusión — y la ilusión es tan fina que puedes ver detrás de ella — hay dolor en el corazón, porque el corazón sabe perfectamente bien que mañana las cosas pueden no ser iguales… y no son iguales.

La experiencia de toda tu vida apoya el hecho de que las cosas van cambiando. Nada permanece estable; tú no puedes aferrarte a nada en un mundo cambiante. Querías hacer de tu amistad algo permanente pero tu deseo está contra la ley del cambio, y esa ley no va a hacer excepciones. Simplemente continúa haciendo lo suyo. Cambiará — todo.

Quizás a largo plazo un día comprenderás que fue bueno que no te escuchara, que la existencia no se ocupara de ti y que sólo siguiera haciendo lo que quería hacer… no según tu deseo.

Podrá tomarte un poco de tiempo el entender. Tú quieres que este amigo sea tu amigo por siempre, pero mañana él se vuelve un enemigo. O simplemente — “¡Desaparécete!”, y ya no está más contigo. Alguien más llena el vacío quien es un ser muy superior. Entonces de repente te das cuenta que fue bueno que el otro se fuera; si no te habrías quedado estancado con él. Pero todavía la lección no ha ido tan profuno de manera que dejes de pedir permanencia.

Tú comenzarás a pedir permanencia con este hombre, con esta mujer: ahora esto no debería cambiar. No has aprendido realmente la lección de que el cambio es simplemente la misma estructura de la vida. Tienes que entenderlo y fluir con ello. No crees ilusiones; no van a ayudar. Y todos están creando ilusiones de diversos tipos.

Conocí a un hombre que dijo, “Sólo confío en el dinero. No confío en nadie más”.

Yo le dije, “Estás haciendo una declaración muy significativa”.

Él dijo, “Todos cambian. No puedes confiar en nadie. Y a manera que envejeces, sólo tu dinero te pertenece. A nadie le importa — ni siquiera a tu hijo, ni siquiera a tu esposa. Si tienes dinero todos se preocupan, todos te respetan, porque tienes dinero. Si no tienes dinero te vuelves un mendigo.”

El que él diga que la única cosa en el mundo en que se puede confiar es el dinero surge de una larga experiencia de vida, al haber sido engañado una y otra vez por las personas en quienes confiaba — y que él pensó que lo amaban pero que estaban a su alrededor por el dinero.

“Pero”, le dije, “al momento de la muerte el dinero no va a estar contigo. Tú puedes tener la ilusión de que por lo menos el dinero está contigo, pero en cuanto tu respiración se detiene, el dinero ya no está contigo. Has ganado algo pero será dejado a un lado; no puedes llevarlo más allá de la muerte. Caerás en una profunda soledad la cual has estado ocultando detrás de la fachada del dinero”.

Hay personas que van tras el poder, pero la razón es la misma: cuando tienen el poder mucha gente está con ellas, millones de personas están bajo su dominación. No están solas. Son grandes líderes políticos y religiosos. Pero el poder cambia. Un día lo tienes, otro día se ha ido, y de repente toda la ilusión desaparece. Estás solitario como nadie más lo está, porque los otros están acostumbrados a estar solitarios. Tú no estás acostumbrado… tu solitud te lastima más.

La sociedad ha intentado tomar medidas para que puedas olvidar la solitud. Los matrimonios arreglados son sólo un esfuerzo para que sepas que tu esposa está contigo. Todas las religiones se resisten al divorcio por la simple razón de que si el divorcio se permite entonces el propósito básico para el cual el matrimonio fue inventado queda destruido. El propósito básico era darte un compañero, un compañero para toda la vida.

Pero aún cuando una esposa estará contigo o un marido estará contigo para toda tu vida, eso no significa que el amor sigue siendo igual. De hecho, más que darte un compañero, te dan una carga que llevar. Tú estabas solitario, ya en problemas, y ahora tienes que cargar con otra persona que está solitaria. Y en esta vida no hay esperanza, porque una vez que el amor desaparece ambos están solitarios, y ambos tienen que tolerarse. Ahora no es cuestión de estar encantados el uno con el otro; a lo más pueden tolerarse pacientemente. Tu solitud no ha sido cambiada por la estrategia social del matrimonio.

Las religiones han intentado hacerte miembro de un cuerpo organizado de la religión así que siempre estás entre la muchedumbre. Sabes que existen seiscientos millones de católicos; no estás solo, seiscientos millones de católicos están contigo. Jesucristo es tu salvador. Dios está contigo. Estando solo puedes haber estado equivocado — puede haber surgido la duda — pero seiscientos millones de personas no pueden estar equivocadas. Un poco de apoyo… pero incluso eso se va porque hay millones que no son católicos. Hay gente que crucificó a Jesús. Hay gente que no cree en Dios — y su número no es menor que el de los católicos, es mayor que el de los católicos. Y existen otras religiones con conceptos diferentes.

Es difícil que una persona inteligente no dude. Puedes tener a millones de personas siguiendo cierto sistema de creencias, pero aún así no puedes estar seguro de que están contigo, de que no estás solitario.

Dios era un dispositivo, pero todos los dispositivos han fallado. Era un dispositivo… cuando nada está allí, por lo menos Dios está contigo. Él está siempre contigo en todas partes. En la noche oscura del alma, él está contigo — no te aflijas.

Fue bueno para una humanidad infantil haber sido engañada por este concepto, pero tú no puedes ser engañado por este concepto. Este Dios que siempre está en todas partes — no lo ves, no puedes hablar con él, no puedes tocarlo. No tienes ninguna evidencia de su existencia — excepto tu deseo de que él debe estar allí. Pero tu deseo no prueba nada.

Dios es solamente un deseo de la mente infantil.

El hombre ha llegado a la mayoría de edad, y Dios ya no tiene sentido. La hipótesis ya no surte efecto.

Lo que estoy intentando decir es que cada esfuerzo que se ha hecho para evitar la solitud ha fallado, y fallará, porque está contra los principios básicos de la vida. Lo que se necesita no es algo con lo que puedas olvidarte de tu solitud. Lo que se necesita es que te des cuenta de tu soledad, que es una realidad. Y es tan hermoso experimentarla, sentirla, porque es tu libertad de la muchedumbre, del otro. Es tu libertad del miedo a estar solitario.

Tan sólo la palabra “solitario” te recuerda inmediatamente que es como una herida: se necesita algo para llenarla. Hay un vacío y duele: algo necesita ser llenado. La misma palabra “soledad” no tiene el mismo sentido de una herida, de un vacío que tiene que ser llenado. Soledad significa simplemente estar completo. Tú estás completo; no hay necesidad de que alguien más te complete.

Así que intenta encontrar tu centro más íntimo, donde siempre estás solo, siempre has estado solo. En la vida, en la muerte — dondequiera que estés estarás solo. Pero está tan llena — no está vacía, está tan llena y tan completa y tan desbordante con todos los jugos de la vida, con todas las bellezas y bendiciones de la existencia, que una vez que has probado la soledad el dolor en el corazón desaparecerá. En su lugar, un nuevo ritmo de enorme dulzura, paz, alegría, dicha, estará ahí.

No significa que un hombre que está centrado en su soledad, completo en sí mismo, no puede tener amigos — de hecho solamente él puede tener amigos, porque ahora ya no es más una necesidad, es simplemente compartir. Tiene tanto; puede compartir.

La amistad puede ser de dos tipos. Uno es una amistad en la cual tú eres un mendigo — necesitas algo del otro para ayudar a tu solitud — y el otro es también un mendigo; él desea lo mismo de ti. Y naturalmente dos mendigos no pueden ayudarse. Pronto verán que el pedir limosna de un mendigo ha duplicado o ha multiplicado la necesidad. En vez de un mendigo, ahora hay dos. Y si, desafortunadamente, tienen hijos, entonces hay una compañía entera de mendigos que están pidiendo — y nadie tiene algo para dar.

Así que todos está frustrados y enojados, y todos sienten que los están timando, engañado. Y de hecho nadie está timando y nadie está engañando, porque ¿qué es lo que has conseguido?

La otra clase de amistad, la otra clase de amor, tiene una cualidad totalmente diferente. No es de necesidad, surge de tener tanto que deseas compartir. Una nueva clase de alegría ha entrado en tu ser — la de compartir, de la que nunca te habías dado cuenta. Siempre has estado mendigando.

Cuando compartes, no hay manera de aferrarse. Fluyes con la existencia, fluyes con el cambio de la vida, porque no importa con quién compartes. Puede ser la misma persona mañana — la misma persona para toda tu vida — o pueden ser diferentes personas. No es un contrato, no es un matrimonio; simplemente el querer dar surge de tu plenitud. Entonces quienquiera que esté cerca de ti, tú das. Y el dar es una gran alegría.

El mendigar es una gran desgracia. Aún si consigues algo al mendigar, seguirás siendo desgraciado. Lastima. Lastima tu orgullo, lastima tu integridad. Pero el compartir te vuelve más centrado, más integrado, más orgulloso, pero no más egoísta — más orgulloso de que la existencia ha sido compasiva contigo. No es ego; es un fenómeno totalmente diferente… un reconocimiento de que la existencia te ha permitido algo que millones de personas están intentando, pero en la puerta equivocada. Sucede que tú estás en la puerta correcta.

Estás orgulloso de tu dicha y de todo lo que la existencia te ha dado. El miedo desaparece, la oscuridad desaparece, el dolor desaparece, el deseo del otro desaparece.

Puedes amar a una persona, y si la persona ama a alguien más no habrán celos, porque tu amor surgió de una enorme alegría. No era un aferrarse. No estabas teniendo a la otra persona bajo prisión. No estabas preocupado de que la otra persona pudiera escurrirse de tus manos, de que con alguien más pudiera comenzar a tener una aventura amorosa…

Cuando estás compartiendo tu alegría, no creas una prisión para nadie. Tú simplemente das. Ni siquiera esperas gratitud o agradecimiento porque no estás dando para conseguir algo, ni siquiera gratitud. Estás dando porque estás tan lleno que tienes que dar.

Entonces si alguien está agradecido, tú estás agradecido con la persona que ha aceptado tu amor, que ha aceptado tu regalo. Él te ha quitado un peso de encima, te permitió que te vertieras en él. Y cuanto más compartes, cuanto más das, más tienes. Entonces esto no te convierte en un miserable, no crea un nuevo miedo de que “puedo perderlo”. De hecho cuanto más lo pierdes, más aguas frescas están fluyendo de las cuales no te habías hecho consciente anteriormente.

Así pues no te diré que hagas algo con tu solitud.

Busca tu soledad.

Olvídate de la solitud, olvídate de la oscuridad, olvídate del dolor. Estos son únicamente la ausencia de soledad. La experiencia de soledad los disipará instantáneamente. Y el método es el mismo: sólo observa tu mente, estáte alerta. Vuélvete más y más consciente, para que finalmente sólo seas consciente de ti mismo. Ése es el punto en el que te haces consciente de tu soledad.

Te sorprenderá saber que diferentes religiones han dado nombres diferentes al estado supremo de realización. Las tres religiones nacidas fuera de India no tienen ningún nombre para él porque nunca fueron lejos en la búsqueda de uno mismo. Permanecieron infantiles, inmaduras, aferrándose a un Dios, aferrándose al rezo, aferrándose a un salvador. Tú puedes ver lo que quiero decir: siempre son dependientes — alguién más los va a salvar. No son maduras. El judaísmo, el cristianismo, el Islam — no son nada maduros y tal vez esa sea la razón por la que han influenciado a la mayoría más grande del mundo, porque la mayor parte de la gente en el mundo es inmadura. Tienen cierta afinidad.

Pero las tres religiones de India tienen tres nombres para este estado supremo. Y recordé esto debido a la palabra soledad. El jainismo ha elegido kaivalya, soledad, como el estado supremo del ser. Así como el budismo eligió nirvana, no-ser, y el hinduismo eligió moksha, libertad, el jainismo eligió la soledad absoluta. Las tres palabras son hermosas. Son tres aspectos diferentes de la misma realidad. Puedes llamarlo liberación, libertad; puedes llamarlo soledad; puedes llamarlo ausencia del ser, ser nada — sólo son diferentes indicadores de la experiencia suprema para la cual ningún nombre es suficiente.

Pero siempre trata de ver si cualquier cosa que estés enfrentando como un problema es una cosa negativa o una cosa positiva. Si es una cosa negativa entonces no luches con ella; no te preocupes por ella en lo absoluto. Sólo busca lo positivo en ella, y estarás en la puerta correcta.

La mayoría de la gente en el mundo se lo pierde porque comienza a luchar directamente con la puerta negativa.

No hay puerta; sólo hay oscuridad, sólo hay ausencia. Y cuanto más luchan, más fallas encuentran, se sienten más desanimados, pesimista… y finalmente empiezan a encontrar que la vida no tiene ningún significado, que es simplemente tortura. Pero su error es que entraron por la puerta equivocada.

Así que antes de que hagas frente a un problema, sólo mira el problema: ¿es una ausencia de algo? Y todos tus problemas son la ausencia de algo. Y una vez que hayas encontrado cuál es la ausencia, entonces ve tras lo positivo. Y en el momento que encuentras lo positivo, la luz — se acaba la oscuridad.

OSHO

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