Creencias equivocadas del Camino Espiritual.
Creencias equivocadas del Camino Espiritual.
uando comenzamos a transitar el camino espiritual, buscamos la
perfección en nuestras vidas. Tratamos de mejorar nuestro carácter,
costumbres, ideas, alimentación, y hasta la vida social. A veces,
hacemos "SACRIFICIOS" con el fin de alcanzar una vida más plena y feliz;
sin embargo, muchas veces no llegamos al estado de éxtasis o plenitud
que anhelamos. La decepción puede llevarnos a rechazar la disciplina que
habíamos emprendido, o en el peor de los casos, puede desmoralizarnos a
tal punto de pensar que “Dios se ha olvidado de nosotros”. En realidad
los errores como tales no existen, pues todo nos conduce a un necesario
aprendizaje. Todo es un asunto de consciencia que solo puede expandirse a
partir de las vivencias que nosotros mismos hemos invocado, sin juicio
alguno si tales experiencias son "buenas" o "malas".
El
Universo funciona como una gran computadora: hay que saber presionar las
teclas adecuadas para obtener lo que se desea. Cuando no lo estamos
haciendo, la computadora se detiene, espera fría y silenciosamente la
señal eléctrica correcta. El Universo tiene sus “teclas” y la metafísica
nos las enseña. ¿Cuáles son? Algunas escuelas esotéricas han
tergiversado estas enseñanzas, quizá sin ninguna mala intención, con lo
que han llevado a muchas personas a cometer "errores" y a frustrarse en
sus expectativas.
Algunos de los "errores" más comunes son los siguientes:
1.
ENVOLVERSE EN UNA BURBUJA DE PROTECCIÓN, O EN UNA LUZ, O EN COLOR, O
PEDIR A ÁNGELES, O CUALQUIER OTRA FORMA QUE PROTEJA DE LOS PELIGROS QUE
EXISTEN AFUERA
Lo único que logra este tipo de ejercicio es
fomentar la idea de que algo externo puede tener más poder que nosotros.
Nuestra mente percibe que hay algo allí afuera que puede, por ejemplo,
lastimarnos o hacernos daño. Pero, según las enseñanzas espirituales,
TODO ES DIOS; por lo tanto, nada puede hacernos daño.
En
realidad, debería practicarse algún tipo de ejercicio de reconocimiento
de la seguridad personal. Este ejercicio podría decir: “Vaya donde vaya,
estoy siempre a salvo, estoy rodeado de hermanos, vivo en el mundo que
Dios ha creado y sólo veo amor en todas partes”. En síntesis, al elegir
qué ejercicio mental o meditación hacer, se deberá buscar aquel que nos
recuerde la naturaleza divina de la vida y no el peligro que percibe
nuestro ego.
Muchas personas creen que repitiendo ciertas
afirmaciones pueden transformar su situación personal, lo que encierra
un "error". No son los pensamientos lo que determinan nuestra realidad
sino nuestras “creencias”. Solamente los pensamientos que hemos
interiorizado y tomado como nuestra verdad son los que se manifiestan.
Dicho de otra manera, aquello que sentimos internamente que es así, es
lo que toma forma en el mundo externo.
La mente humana produce
un promedio de 60,000 pensamientos diarios, la mayoría de los cuales son
negativos para quienes se encuentran inmersos en los medios masivos de
comunicación. Las afirmaciones son necesarias para lograr implantar una
creencia nueva en nuestra mente subconsciente y la repetición de estas
afirmaciones es un procedimiento adecuado, pero hasta que no le
agregamos la emoción o sensación que acompaña a esa idea, no la
interiorizamos como una verdad dentro de nosotros.
La
repetición de palabras carentes de emoción no es efectiva. Por lo tanto,
si yo repito “Vaya donde vaya, estoy siempre a salvo” pero no me siento
realmente seguro, de nada me servirá. Es necesario seleccionar
ejercicios mentales, meditaciones o visualizaciones que fomenten las
creencias de: paz, armonía y prosperidad.
2. ENVIAR LUZ A OTROS PARA QUE MEJOREN
Se
puede enviar luz o energía a otras personas para que se curen de cierta
enfermedad, para que mejoren su situación económica, su vida afectiva, y
demás. Sin embargo, la mayoría de estos ejercicios se parecen más a una
forma de manipulación que a una verdadera ayuda espiritual.
Primero
y principal: si se va a ayudar a otro, hay que asegurarse de que la
persona lo pida y lo necesite. Si esto no se da, tenemos que trabajar
con lo que estamos percibiendo, porque “el problema” es algo personal
que nos atañe a nosotros mismos y no a la persona que está sufriendo. Si
la persona a ayudar esta inaccesible o inconsciente, habrá que
pedírsele permiso a su alma y recibir confirmación de alguna manera
antes de proceder.
La mayoría de los problemas o enfermedades son
sólo momentos de prueba que está viviendo un individuo; son necesarios y
muy útiles para el “despertar de su conciencia”. Nunca sabemos en
realidad desde afuera cuán importante puede ser para cada persona la
situación que está atravesando en determinado momento. Podemos percibir
esa situación como algo terrible, doloroso, injusto o innecesario, pero
cualquiera sea nuestra interpretación nunca será correcta ni completa.
El
enviar la luz a la persona podría incluso hasta acelerar o entorpecer
su ritmo personal. Nuestra intervención es innecesaria y, la mayoría de
las veces, no es más que un deseo egoísta de que la persona resuelva
rápido su problema porque éste nos despierta angustia o dolor.
Personalmente,
recuerdo que una vez se acercó un amigo íntimo a decirme que estaba muy
preocupado por mi situación. Yo le respondí que su preocupación no me
ayudaba, que si realmente quería hacer algo bueno por mí, tenía que
confiar en mí y saber que mi Guía Interior me revelaría en el momento
adecuado lo que yo necesitaba hacer.
En lugar de enviar luz a
otros cada vez que veas una situación difícil, comienza por enviarte luz
a ti mismo para que tu Guía Interior te haga ver la Verdad que está
operando en dicha situación.
3. CREER QUE VAMOS HACIA DIOS, QUE EVOLUCIONAMOS ESPIRITUALMENTE
No
vamos hacia Dios, YA ESTAMOS EN DIOS! Todo lo que nos rodea forma parte
del gran cuerpo universal de Dios. No evolucionamos espiritualmente.
Nuestro Espíritu es Perfecto y Completo; no puede ni tiene que
evolucionar. En realidad, es un problema semántico, ya que la evolución
espiritual no existe. Lo que queremos significar con eso es el despertar
de nuestra Conciencia a esa perfección y cuanto más rápido lo hacemos,
más plenos y felices vivimos.
Tal vez el "error" provenga de
las enseñanzas religiosas que nos dicen que Dios está “en el cielo”,
como si nosotros estuviéramos separados de Él. Nosotros y el “cielo”
somos UNO, y debemos aprender a reconocerlo y a vivenciarlo; en eso
consiste nuestra Evolución de Conciencia o Despertar Espiritual.
Conócete a ti mismo -profundamente- y despertarás de toda ilusión y
engaño implantado por agentes exteriores a ti.
4. ANGUSTIARSE O PREOCUPARSE CUANDO HAY UN FAMILIAR ENFERMO O ATRAVESANDO ALGÚN TIPO DE CRISIS
En
nuestra cultura está bien visto que uno se aflija o sufra a la par de
sus seres queridos; sin embargo, eso sólo aumenta el pesar. Si
interpretamos nuestro pesar desde otro nivel, esto significa que creemos
más en el poder de la enfermedad o la crisis que en la solución.
Cuando
te afliges por la enfermedad de un ser querido, agravas esa enfermedad,
le das más fuerza y poder, alimentando a la víctima en su propia
victimización. La solución es hacer un esfuerzo personal y reconocer
que, más allá de nuestro entendimiento, hay una Inteligencia Superior
que está actuando y que tiene el poder de restaurar completamente a
nuestro ser querido, si así lo desea dicha persona. Lo mismo ocurre con
cualquier tipo de problema o crisis. Si nos afligimos, es porque nuestro
ego ha aceptado que hay una fuerza más potente que el Poder Divino.
5. CREER QUE UNO HA SIDO “ELEGIDO” POR DIOS
Muchas
personas que estudian en escuelas esotéricas se sienten especiales y
evolucionadas. Sienten que Dios los ha conducido al lugar adecuado para
su crecimiento y evolución; que la información que va a recibir es muy
importante y no puede divulgarse a personas que no están tan
evolucionadas, porque no tienen la capacidad para entenderla o para
darle un buen uso. Esta presunción se convierte en una forma de
arrogancia, nada espiritual, que nos hace pensar que somos
privilegiados, especiales, elegidos, y que los demás están descarriados o
perdidos en la vida.
Esta forma de arrogancia también se ve en
las religiones que se sienten propietarias de Dios. Si uno no sigue su
culto, está perdido. En el Universo existe un solo Dios y es el mismo
para Todos. Los humanos inventan diferentes maneras de rendirle culto,
crean dogmas y doctrinas, pero, en esencia, todos adoramos al mismo
Dios.
Todos somos iguales ante los "ojos" de Dios. En realidad no
existe tal Dios como lo que está pintado en las imágenes de la mayoría
de las religiones estructuradas. Solo hay Existencia, el poder de la
Vida, en sus multidimensionales e infinitas manifestaciones. Para La
Existencia nadie está más adelante ni más atrás. Nadie vale más ni
menos. Cualquier interpretación y clasificación como ser especial
corresponde al terreno del ego humano y no al terreno de lo existencial.
6. SACRIFICARSE POR OTROS
No hay nada más inútil e
insatisfactorio que sacrificarse por los demás. Las tareas que se hagan
por los demás deberán hacerse con amor o, de lo contrario, evitarse.
Todo lo que se hace con amor es placentero; por lo tanto, no pesa ni
molesta. Por el contrario, todo lo que se hace con sacrificio genera
presión interna, rencor, enojo, molestia y, a veces, hasta odio.
El
sacrificio por los demás está aprobado socialmente y es muy bien visto.
Uno puede sacrificarse, por ejemplo, por los hijos, por los padres, por
la pareja, por la profesión, por los niños desamparados, por alguien
enfermo, por la institución religiosa a la que pertenece, por la empresa
que da trabajo. La lista podría ser interminable y no es más que un
muestrario de la acción equivocada de nuestro ego.
El sacrificio
va muy de la mano con la manipulación. Por ejemplo, una madre que ha
dejado su vida de lado por los hijos, tarde o temprano, usará su postura
como válida para exigir algo de ellos; el novio o novia que cambia su
rutina y deja de hacer ciertas actividades por el otro tratará después
de exigir lo mismo.
La próxima vez que vayas a sacrificarte por
alguien, pregúntate primero si ese alguien te lo pidió. La actitud de
mártir no lleva hacia Dios como muchos creen, sólo el camino del amor.
Haz las cosas con amor o no las hagas.
7. DEPENDER DE AMULETOS, ESTAMPAS RELIGIOSAS, CRISTALES, VELAS, IMÁGENES, O CUALQUIER OTRO TIPO DE ELEMENTO
Es
cierto que los materiales tienen su propia energía y que el contacto
con ellos (en especial, con ciertos cristales cuarzos) producen cambios
en nuestra vibración personal y ayudarnos en el proceso curativo.
También es cierto que algunas figuras, imágenes y colores producen
reacciones psicológicas que nos estimulan; a veces "para bien", otras
"para mal".
Las estampas religiosas y otros objetos, tales como
cadenas con cruces, estrellas de David y demás nos recuerdan nuestras
posturas espirituales. El problema es que la mayoría de estos elementos
se convierten en amuletos y les damos más poder del que en realidad
tienen. Hay personas que se sienten indefensas sin su cruz, la estampita
de su santo protector, su cristal preferido o cualquier otro amuleto de
su preferencia. El amuleto pasa a ser Dios. Vivir pendiente de un
objeto es limitar la Presencia Divina a ese objeto. Dios es
Omnipresente: está aquí, allá y en todas partes.
Lo peor sucede
cuando una persona extravía su amuleto o éste se le rompe. La mayoría de
las veces esto se interpreta como un presagio de que algo malo va a
suceder. Esta idea es producto de creer que la persona se encuentra sin
su protección y que, en consecuencia, las energías negativas pueden
afectarla. De esta forma co-crean su propio infortunio pues vivimos en
un Universo Mental.
“Todo lo que Creemos se hace Realidad“. ¿Por
qué no creer entonces que el mejor amuleto con el que cuento es mi
Naturaleza Divina? Nadie ni nada puede despojarnos de lo que somos
realmente. Pero para ello primero hay que concerse a si mismo. Solo así
podras amarte a ti mismo, que es el primer requisito para poder amar a
otro.
8. CREER QUE UNO PUEDE GUIAR A OTROS O QUE PUEDE SER GUIADO
Sentir
que gracias a uno otras personas se iluminan o, al revés, que la
presencia de otros nos devuelve la luz es pura ilusión del ego. La
verdadera Guía es Interna, es tu Intuición, la Voz de tu Espíritu.
Muchas veces esa voz coincidirá con lo que escuchas de afuera y pensarás
que alguien te está guiando. Pero, apenas aceptes a alguien como tu
ídolo, comenzarás a fabricar tu propia decepción. Ocurre lo mismo si
alguien te ha entronizado y te ha tomado como líder; en algún momento
los problemas de tu vida personal lo decepcionarán.
Todos
aprendemos y enseñamos al mismo tiempo. Por tal motivo, es conveniente
mantener una actitud receptiva hacia las señales que recibimos de
nuestro entorno y ver qué resonancia producen en nuestro interior. No
eres el salvador ni la guía de nadie. Ninguna vida depende de tus
conocimientos ni de tus esfuerzos. Esto es cierto también al revés.
Nadie te rescatará ni te salvará, excepto tú mismo.
El mejor Guía
con que contamos está dentro de Nosotros. Nos habla con voz suave y
paciente, sin obligarnos a nada; nos indica siempre el camino más corto y
más feliz, nos da la idea más adecuada y la respuesta que racionalmente
no podemos encontrar. Por eso, es conveniente practicar meditación y
ejercicios de relajación para poder escuchar esa voz. Si vives de prisa,
tenso, angustiado y con un ritmo acelerado, seguramente no oirás la
“voz de tu intuición” y buscarás guías externas.
Hay personas
que son muy positivas y estimulantes, y podrán ayudarte en un principio.
Pero evita idolatrarlas y evita también ser idolatrado. Recuerda
siempre que la “Guía más válida y acertada está siempre dentro de ti”.
9. CREER QUE LOS MAESTROS ESPIRITUALES SON AQUELLOS QUE NOS PROVEEN DE LA INFORMACIÓN TEÓRICA
Tendemos
a caer muy fácilmente en la creencia de que las personas que nos
enseñan son adelantadas y que ya han superado muchas pruebas en su vida.
En algunos casos, esto es totalmente cierto; en otros, no. El hecho de
que una persona transmita una determinada información no la coloca en un
grado superior. Debes recordar que cualquier forma de idealización o
selectividad corresponde al terreno del ego. De hecho son
escepcionalmente pocos quienes viven autenticamente lo que predican.
Los
verdaderos maestros espirituales son aquellos que nos ponen a prueba y
vienen “disfrazados” de hijos, padres, jefes, amigos, enemigos,
animales, plantas y demás. Son aquellos que nos traen problemas. Ellos
son los que realmente nos enseñan las lecciones que tenemos que aprender
porque nos ponen a prueba.
Todas las religiones del mundo
enseñan que Dios es Amor, que vivir con Dios significa expresar Amor a
los demás. Algunas personas asisten a templos, iglesias, o escuelas
esotéricas, donde reciben esta información, pero luego van a sus casas y
se pelean con sus familiares, critican a sus vecinos, odian a sus
jefes, a los políticos, a los animales, a individuos de otras razas o
culturas. Ellos todavía no han aprendido la lección y la vida los
llevará a enfrentarse una y otra vez con la misma situación o persona…
hasta que aprendan a mostrar amor.
Haciendo una comparación con
la enseñanza tradicional, los líderes espirituales o religiosos son los
“libros” que nos dan la información; las personas que nos traen
problemas son los maestros que “nos toman el examen” para ver si pasamos
la prueba o no. Existe una Ley en el Universo: Todo lo que nos molesta,
complica, enreda, o todo lo que odiamos, se nos “pega”. Esto ocurre
hasta que aprendemos a amar la situación. Entonces, ese problema o esa
persona se convierten en el maestro espiritual de ese momento.
10. CREER QUE UNO NO PUEDE ENOJARSE, TEMER, O SENTIR CUALQUIER OTRA EMOCIÓN NEGATIVA POR ESTAR EN EL CAMINO ESPIRITUAL
Esta
creencia nos lleva a una gran represión de la ira y de los enojos, que
hacen su reaparición más tarde bajo la forma de rencor, crítica o
rechazo. Mientras estamos en el plano terrenal, vivimos las sensaciones y
las emociones de este plano. Algunas de ellas son muy placenteras,
otras no. El tener un conocimiento intelectual acerca de la acción
destructiva de ciertas emociones no las hace desaparecer.
Uno
puede saber lo malo que es el enojo y, sin embargo, no puede evitar
enojarse. En realidad, uno sí puede evitar enojarse, o asustarse o
angustiarse, pero eso exige un entrenamiento. Durante dicho
entrenamiento, hay momentos en que podemos dominar la rabia y la
ansiedad, y otros en los que nada puede calmarnos. Una vez que aparece
el enojo, lo mejor es descargarlo de la manera más positiva posible. Es
mucho peor reprimirse e intentar decir: “Todo está bien en mi mundo”,
cuando uno internamente está sintiendo el deseo primitivo de querer
atacar a alguien.
La mayoría de las personas que transitan el
terreno espiritual son muy exigentes consigo mismas y pretenden
erradicar completamente de sus vidas este tipo de reacciones. Esto no
resulta desacertado pero se logra a través de un proceso. Sé amable
contigo mismo y, de vez en cuando, date el permiso necesario para
maldecir, golpear un almohadón, gritar, llorar y expresar, como mejor te
resulte, todas las emociones negativas que te toca vivir, evitando
arrojar tu malestar sobre otros. Todo lo que hagas hacia otro te será
devuelto con creces, al margen de que sea "bueno" o "malo" lo que hayas
vertido.
Conclusión:
La mayoría de las creencias
aquí enunciadas están generados por la actitud crítica de nuestro propio
ego. El ego no puede desaparecer porque necesitamos de él para actuar
en este plano. La “solución” es ponerlo alineado con nuestro Espíritu.
Amablemente, le podemos decir al ego que: “A partir de ahora, deberá
seguir las indicaciones de un nuevo Maestro amoroso, amable, paciente y
permanente, que nunca juzga y que sabe que siempre estamos haciendo lo
mejor que podemos”. Si seguimos las indicaciones de nuestro Maestro
Interno, nunca podemos fallar.
APRENDE A CONOCERLO EN LA QUIETUD DE TU SILENCIO INTERIOR
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