viernes, 20 de abril de 2012

Nos han enseñado a ver el entorno en el que vivimos como algo aparte de nosotros; algo exterior, un simple espacio en el que habitar.


Nos han enseñado a ver el entorno en el que vivimos como algo aparte de nosotros; algo exterior, un simple espacio en el que habitar.

Teorías frías y sin el verdadero conocimiento, hablan de una vida, una evolución, que es casual. Donde especies 'fuertes' triunfan ante las débiles. Donde la maravilla del cosmos no es más que una especie de maquinaria de relojería creada por el azar, formada de fríos y carentes de vida planetas, o violentas y asesinas estrellas sin ningún tipo de conciencia.

Han programado en nosotros la idea de que el suelo que habitamos, en el cual nos han dado permiso para vivir, es algo así como el terreno que compras: algo de tu propiedad, donde tú eres el dueño y puedes hacer lo que te plazca, desde construir a destruir. Desde limpiar a ensuciar.

Algún día retomaremos las viejas costumbres, el verdadero conocimiento, y entenderemos que el entorno que habitamos es un organismo vivo, consciente; y nosotros no somos más que una pequeña parte del mismo. Con tanto derecho a vivir en él, como el que tiene un perro, un gato, una planta, un pez, una hormiga... Nada nos hace distintos ni merecedores de más. Y los que piensan que por el hecho de ser inteligentes -y pensar no te hace inteligente...- tenemos más derecho a vivir, como si nuestra vida fuera más valiosa, sólo me queda decirles que gracias a esa inteligencia y consciencia, lo que deberíamos es ser guardianes de la Vida, no destructores de la misma.

Llegará el momento en el cual -y no falta mucho- reconozcamos nuestros errores y dejemos de ver la maravilla de los espacios verdes como sitios donde asfaltar y generar negocios egoístas. Dejaremos de explotar este precioso planeta, para comenzar a cuidarlo, a rendirle culto, a ser agradecidos con él por todo lo que nos ofrece, por todo lo que nos da.

Y si no generamos ese nivel de conciencia, seremos removidos, como lo es un agente dañino en un sistema biológico. Y al igual que éste posee sus propios recursos para hacerlo, nuestra amada Gaia también dispone de ellos.
De: Ewdge

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