lunes, 13 de febrero de 2012

La Fe Publicado por Edgar Montañez Mora

No existe palabra mas vilipendiada, más mal manejada, ni más tergiversada que la palabra Fe.
Aferradas a este monosílabo miles de doctrinas positivas y negativas con millones de fieles en el mundo, dan por sentada, por segura una salvación que tampoco saben definir concretamente.
¿De qué? ¿De quién? ¿O por qué se están salvando?.
Se obra sobre supuestos; amparados por el transfondo histórico de varios siglos de tradición.
Como cosa curiosa las personas que más han cometido faltas contra la vida, contra la sociedad, contra si mismas; son las que se aferran más obstinadamente a este vocablo. Este tipo de personas consideran que pueden cometer toda clase de abusos y atropellos durante su vida y al final del día acudirán a la iglesia, al sacerdote y obtendrán el perdón y el camino al cielo sin problema.
Frases como “¡Por Fe obtenemos el perdón!” suenan demasiado cursis, demasiado entupidas para justificar el daño y el sufrimiento que muchos de estos hombres han ocasionado a sus semejantes.
Estas gentes que durante toda su vida pasan haciendo el mal con la singular esperanza de que al final pedirán perdón y por fe se salvaran. Me recuerdan al niño que frente al sacerdote se confiesa:
-Padre acusome que ayer me robe tres bombones.-
-Hijo mío, eso esta muy mal hecho ve y reza tres Padres nuestros y tres ave Marías…
-Padre, padre interrumpe el niño. –Mejor póngame seis porque esta tarde me voy a robar otros tres bombones.-
¡La Fe no puede ser así de ciega!
Como todas las cosas creadas por Dios debe tener una lógica, un modus operandi.
La mayoría de la gente tiene la errada convicción de que no importa lo que se crea, lo importante es creer con Fe.
Desde esta perspectiva se podría afirmar que el que cree en fetiches con Fe esta salvo, el que cree en el poder de las plantas, o el que pone su fe en su gato porque considera que le trae buena suerte, esta salvo. El que ama un rizo de cabello porque fue lo único que le quedo del ser amado o el que adora un libro porque en el ve reflejada su historia, sus penas y alegrías, estaría salvo.
No puede existir forma más disparatada y absurda para definir y precisar la palabra Fe.
“La Fe nada tiene que ver con la creencia”
Las doctrinas y credos de los hombres están soportados por creencias. Toda la vida, durante muchos siglos hemos creído lo que nos contaron.
Nuestros sacerdotes, pastores y guías religiosos predican lo que creen, lo que durante tantos años han escuchado. Son incapaces de romper el esquema y ver que sucede más allá de esa aparente verdad. Se sienten inermes, indefensos si se elimina la idea convencional de Dios. Del Dios que surgió hace miles de años de los miedos y temores de una sociedad primitiva y tosca. Para este tipo de personas la Fe es un comodín que se utiliza de acuerdo a las circunstancias.
Como cosa natural podemos observar que todo en la vida ha evolucionado. Los primitivos hombres que andaban en hordas de sitio en sitio buscando su alimento y que sentaron las bases que soportan hoy en día las religiones, han evolucionado notablemente y hoy los vemos viajando a la luna, conquistando el espacio, globalizando el planeta. El único que se quedo pegado en los siglos fue el concepto de Dios y tal vez esta sea una de las razones por las cuales la religión actual es un caos.
Muchos pastores y fieles consideran que Fe es creer en lo que no se ve; pero que la tradición considera que existe.
La fuerza de la costumbre le da a lo invisible vida propia, personalidad real, poder y dominio sobre las conciencias de los hombres.
Se cree en lo que nunca se ha visto ni se ha comprobado, en otras palabras en lo que no es, o en lo que los supuestos avatares consideran que es. Bajo esta máxima avalan un sin numero de disparatadas doctrinas que no tienen lógica ni sentido común.
La Fe no es duda, La Fe no es creencia.
¡La Fe es sinónimo de seguridad, de confianza, de certeza!
Fe es la convicción que tenemos de que la semilla que sembramos hoy producirá fruto mañana.
Fe es la seguridad que tiene el niño pequeño cuando llama o acude al lado de su madre para satisfacer o calmar alguna dolencia o necesidad.
Fe es la confianza que pone el obrero en su trabajo porque sabe que al final recibirá su paga.
La Fe la pone el instructor en el alumno sobresaliente y capaz porque sabe que puede llegar a superarlo.
Fe es la certeza de que existe una conciencia superior o poder supremo que creo, organizo y acomodo infinitud de astros en la bóveda celeste en un orden y una sincronía perfectas. Sin importar el nombre que se le ponga el universo esta ahi para justificarlo.
La Fe necesariamente implica una causa y por lo tanto debe producir un resultado, resultado que en algunos casos se trunca, se malogra, no porque la Fe falle, sino porque circunstancias fatales y ajenas al proceso la perjudican y cortan.
En el caso de la semilla no tenemos la culpa si pasa una vaca y devora el bretoncito.
Al niño pequeño una enfermedad, la calamidad, o la misma muerte pueden evitar que reciba la atención esmerada que requiere.
Para el obrero un robo o el quiebre de la empresa frustraría su esperanza de recibir dinero pronto.
Los vicios, las mujeres, el mundo podrían evitar que el maestro pueda ver hecho realidad su sueño.
La Fe nunca obra a la loca. La mayoría de las personas en momentos difíciles y caóticos se aferran a la frase:
”Yo tengo fe de que me va a ir bien”.
La pregunta lógica que surge es: ¿Qué ha hecho para merecerlo? ¿Qué semilla ha plantado para que pueda tener esa esperanza? ¿Qué proceso espiritual y consciente esta viviendo para que pueda tener la certeza de coronar ese mundo de paz y bienaventuranza que deseamos todos?
Hay que tener en cuenta que el mundo terrenal es ambivalente, la apariencia parece indicar que el mismo Dios es ambivalente. El Dios que da la victoria militar a un pueblo y le da motivo de festejo, regocijo y riqueza, es el mismo Dios que al otro pueblo le ofrece la derrota, la esclavitud y la miseria.
Todo hace parte de la mecánica divina y debemos aprender que semillas sembrar en el momento adecuado para esperar con Fe los resultados de mañana.
Que la paz anide en todos los corazones.
Edgar Montañez Mora.
Bogotá. Col.

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