Tu mente inmortal.
Hace
algo más de veinte años, Joe Dispenza (de los maestros de “Y tú qué
sabes”), fue arrollado por un todoterreno cuando participaba en un
triatlón. El diagnóstico de los cuatro cirujanos que consultó coincidía,
tenía que operarse inmediatamente, debían implantarle barras de
Harrington (de 20 a 30 centímetros desde la base del cuello hasta la
base de la columna), ya que la tomografía demostraba que la médula
estaba lesionada y que podría quedarse paralizado en cualquier momento.
Dispenza,
que era quiropráctico, sabía muy bien lo que eso significaba: una
discapacidad permanente y, muy probablemente, con un dolor constante. Su
decisión fue arriesgada: intentaría ayudar a su cuerpo a que se
recuperara de manera natural, conocía bien todo lo concerniente a huesos
y músculos e ideó un plan de acción que incluía autohipnosis,
meditación, una dieta que ayudara a sus huesos a regenerarse y ciertos
ejercicios en el agua. Se recuperó totalmente en un tiempo récord y
decidió ahondar en el tema.
Durante
ocho años, estudió las remisiones espontáneas de enfermedades y le
sorprendieron tanto los resultados que decidió volver a la universidad
para intentar explicar científicamente lo que había descubierto: el
poder de nuestro cerebro como director ejecutivo del cuerpo.
Joe
Dispenza estudió Bioquímica en la Universidad Rutgers de New
Brunswickle, en Nueva Jersey; obtuvo el doctorado en Quiropráctica en la
Life University de Atlanta, donde se licenció magna cum laude y recibió
el premio Clinical Proficiency Citation por la extraordinaria calidad
de su relación con los pacientes. Miembro de la International
Chiropractic Honor Society, ha cursado estudios de posgrado en
neurología, neurofisiologí a, función cerebral, biología celular,
genética, memorización, química cerebral, envejecimiento y longevidad.
Desde 1997 ha dado conferencias ante más de diez mil personas en 17
países de los cinco continentes. A finales de mayo hablará en Madrid y
Barcelona coincidiendo con la edición española de su libro Desarrolla tu
cerebro.
“Podemos cambiar la mentalidad al crear nuevos cableados en el cerebro y
fortalecerlos con nuestro pensamiento”
fortalecerlos con nuestro pensamiento”
¿Cómo empezó a interesarse por el cerebro?
He
entrevistado a cientos de personas que han sido diagnosticadas con
enfermedades -tumores malignos y benignos, enfermedades cardiacas,
diabetes, alteraciones respiratorias, hipertensión arterial, colesterol
alto, dolores músculo esqueléticos, raras alteraciones genéticas para
las que la ciencia médica no tiene solución…-, pero cuyo cuerpo se ha
regenerado por sí solo sin la ayuda de una intervención médica
convencional, como la cirugía o los fármacos.
¿Milagro?
Observé
que una de las causas principales de esas remisiones espontáneas era
que habían cambiado su forma de pensar, así que volví a la universidad e
hice la carrera de neurociencias para poder explicar qué es lo que
ocurría. Cuando afirmo que nuestros pensamientos se convierten
literalmente en materia, me baso en la más pura vanguardia científica.
Básicamente, esos individuos cambiaron la arquitectura neurológica de su
cerebro.
cerebro.
Estimulante curiosidad la suya.
Todas
esas personas que tenían una remisión espontánea compartían cuatro
cualidades específicas. Lo primero es que todas aceptaron, creyeron y
entendieron que había una inteligencia superior dentro de ellos, da
igual si la calificaban de divina, espiritual o subconsciente. Lo
segundo es que todas aceptaron que fueron sus propios pensamientos y sus
propias reacciones las que crearon su enfermedad, y puedo hablar y
citar estudios
sobre cualquiera de estos temas durante media hora. Hay un floreciente campo científico llamado psico-neuroinmunología que demuestra la conexión existente entre la mente y el cuerpo.
sobre cualquiera de estos temas durante media hora. Hay un floreciente campo científico llamado psico-neuroinmunología que demuestra la conexión existente entre la mente y el cuerpo.
Le creo, pero avancemos en sus conclusiones.
La
tercera característica común es que cada persona decidió reinventarse a
sí misma para llegar a ser otro, y los estudios actuales en
neurociencias muestran que esto es totalmente posible. Por último,
tenían en común que durante el periodo en que intentaban meditar o
imaginar en qué querían convertirse, hubo tiempos largos en que
perdieron la noción
del tiempo y el espacio.
del tiempo y el espacio.
¿Y eso qué significa?
El
lóbulo frontal representa un 40% ciento de la totalidad del cerebro, y
cuando estamos de verdad concentrados o focalizados, el lóbulo frontal
actúa como un control de volumen. Como tiene conexiones con todas las
demás partes del cerebro, puedo rebajar el volumen del tiempo y del
espacio. En otras palabras, los circuitos que tienen que ver con mover
tu
cuerpo, sentirlo, percibir lo que hay fuera y percibir el tiempo pasan a un segundo plano, y el pensamiento se convierte en la experiencia en sí, es más real que cualquier otra cosa. De este modo el lóbulo frontal elimina todo lo que no es prioritario para focalizarse en un único pensamiento, y es en ese momento en que el cerebro rehace su cableado.
cuerpo, sentirlo, percibir lo que hay fuera y percibir el tiempo pasan a un segundo plano, y el pensamiento se convierte en la experiencia en sí, es más real que cualquier otra cosa. De este modo el lóbulo frontal elimina todo lo que no es prioritario para focalizarse en un único pensamiento, y es en ese momento en que el cerebro rehace su cableado.
¿En qué se traduce?
Aquello en lo que pensamos y en lo que concentramos nuestra atención con
más frecuencia es lo que nos define a escala neurológica.
más frecuencia es lo que nos define a escala neurológica.
Un reciente estudio demuestra que las grandes ideas surgen cuando uno
está relajado, pensando en otras cosas.
está relajado, pensando en otras cosas.
Entre
la intención y el rendirse. Antes se creía que la parte derecha del
cerebro es la parte emocional o sentimental, el lado creativo, y la
izquierda, la racional o lógica. Pero de hecho, el lado derecho del
cerebro es el responsable de procesar la novedad cognitiva, las nuevas
ideas que, cuando ya están memorizadas, cuando se convierten en
familiares, pasan al lado izquierdo del cerebro. Es lo que conocemos
como rutina cognitiva.
¿Cambiar las marchas del coche?
Todas
esas cosas que hacemos sin pensar, sí. Esa es la razón de que cuando un
neófito escucha música la oiga con el lado derecho del cerebro, pero un
músico profesional lo haga con el izquierdo. Esto significa que tenemos
la oportunidad de aprender cosas nuevas y recordarlas, es la manera que
tiene la evolución de hacer conocido lo desconocido. Podemos cambiar
nuestra mentalidad. Al crear nuevos cableados y fortalecerlos con
nuestro pensamiento, dándoles prioridad, los que no utilizamos tienden a
desaparecer.
desaparecer.
Usted habla de inteligencia espiritual, ¿qué es eso, cómo lo explica desde un punto de vista científico?
No
hay nada místico en ello. Se trata de la misma inteligencia que
organiza y regula todas las funciones corporales. Esta fuerza hace que
nuestro corazón lata ininterrumpidamente unas cien mil veces cada día
sin que nosotros pensemos siquiera en ello, y se encarga de las sesenta y
siete funciones del hígado, aunque la mayoría de la gente ni siquiera
sabe que ese órgano realiza tantas tareas. Esta inteligencia sabe cómo
mantener el orden entre las células, los tejidos, los órganos y los
sistemas corporales, porque ha sido ella quien ha creado el cuerpo a
partir de dos células individuales.
¿El poder que da origen al cuerpo es el poder que lo mantiene y lo sana?
El
cerebro no puede cambiar el cerebro porque es sólo un órgano, y la
mente no puede cambiar el cerebro porque es un producto del cerebro. Así
que tiene que existir algo que está operando en el cerebro para que
cambie la mentalidad.
¿Cómo define ese algo?
Ja,
ja, ja, esa es una pregunta muy filosófica, dos botellas de vino y
quizá cuatro horas, porque se trata de la búsqueda del ser. Pero por el
momento es curiosamente la ciencia la que nos permite explicar que
efectivamente tenemos control sobre nuestra mente y nuestro cerebro, es
decir, que no somos un efecto de nuestros procesos biológicos sino una
causa. Básicamente, más allá de mis estudios sobre las remisiones
espontáneas de enfermedades, lo que intento transmitirle es que nuestros
pensamientos provocan reacciones químicas que nos llevan a la adicción
de comportamientos y sensaciones y que cuando aprendemos cómo se crean
esos malos hábitos, no sólo podemos romperlos, sino también reprogramar y
desarrollar nuestro cerebro para que aparezcan en nuestra vida
comportamientos nuevos.
comportamientos nuevos.
¿Y la predestinación genética?
La
investigación científica de vanguardia está mostrando que la genética
tiene la misma plasticidad que el cerebro. Los genes son como
interruptores, y es el estado químico en que vivimos el que hace que
algunos estén encendidos y otros apagados. Se ha realizado un estudio
muy interesante en Japón con enfermos dependientes de la insulina tipo
dos
que mostraba cómo los enfermos sometidos a programas de comedia normalizaban su nivel de azúcar en sangre sin necesidad de insulina. Veinticuatro genes activados sólo por el hecho de reírse. Los genes son igual de plásticos que nuestro tejido neuronal.
que mostraba cómo los enfermos sometidos a programas de comedia normalizaban su nivel de azúcar en sangre sin necesidad de insulina. Veinticuatro genes activados sólo por el hecho de reírse. Los genes son igual de plásticos que nuestro tejido neuronal.
¿Cada vez que pensamos fabricamos sustancias químicas?
Así
es, y estas sustancias a su vez son señales que nos permiten sentir
exactamente cómo estábamos pensando. Así que si tienes un pensamiento de
infelicidad, al cabo de unos segundos te sientes infeliz. El problema
es que en el momento en que empezamos a sentir de la manera en que
pensamos, empezamos a pensar de la manera en que nos sentimos, y eso
produce aún más química.
Un círculo vicioso.
Sí,
y así se crea lo que llamamos el estado de ser. La repetición de estas
señales hace que algunos genes estén activados y otros apagados.
Memorizamos este estado como nuestra personalidad, así que la persona
dice: “Soy una persona infeliz, negativa, o llena de culpa”, pero en
realidad lo único que ha hecho es memorizar su continuidad química y
definirse como tal. Nuestro organismo se acostumbra al nivel de sustancias químicas que circulan por nuestro torrente sanguíneo, rodean nuestras células o inundan nuestro cerebro. Cualquier perturbación en la composición química constante, regular y confortable de nuestro cuerpo dará como resultado un malestar.
definirse como tal. Nuestro organismo se acostumbra al nivel de sustancias químicas que circulan por nuestro torrente sanguíneo, rodean nuestras células o inundan nuestro cerebro. Cualquier perturbación en la composición química constante, regular y confortable de nuestro cuerpo dará como resultado un malestar.
Estamos enganchados a nuestra química interna.
Sí,
haremos prácticamente todo lo que esté en nuestra mano, tanto
consciente como inconscientemente y a partir de lo que sentimos, para
restaurar nuestro equilibrio químico acostumbrado. Es cuando el cuerpo
ya manda sobre la mente.
¿Propone cambiar la química cerebral con nuestro pensamiento?
Es
una parte de mi trabajo, no se trata sólo de cambiar la química
cerebral, también los circuitos cerebrales, el cableado. Si podemos
forzar al cerebro a pensar con otros patrones o secuencias, estamos
creando una nueva mente. El principio de la neurociencia es que si las
células neuronales se activan conjuntamente, se entrelazan creando una
conexión más permanente. Una persona ante una situación, por nueva que
sea, recurre a esa conexión, es decir, repite el mismo pensamiento una y
otra vez y da las mismas respuestas, su cerebro no cambia, vive con la
misma mente cada día.
¿Cómo interrumpir el ciclo?
A
través del proceso de conocimiento y de la experiencia podemos cambiar
el cerebro. Es buena idea examinar constantemente qué podemos cambiar
dentro de nosotros. Si cada mañana nos planteáramos cuál es la mejor
idea que podemos tener de nosotros mismos, tendríamos otro tipo de
mundo.
¿Qué preguntas debemos hacernos para sentir de otra manera?
La
mayoría de las personas cree que las emociones son reales.. Las
emociones y los sentimientos son el producto final, el resultado de
nuestras experiencias. Si no hay experiencias nuevas o vividas de otra
manera, vivimos siempre en la actualización de sentimientos pasados. Se
trata del mismo proceso químico vez tras vez. Una pregunta que ayudaría a
cambiarnos es: ¿qué sentimiento tengo cada día que me sirve de excusa
para no cambiar? Si las personas empiezan a decirse: yo puedo eliminar la culpa, la vergüenza, las sensaciones de no merecer, de no valer….; si podemos eliminar esos estados emocionales destructivos, empezamos a liberarnos, porque son estos estados emocionales los que nos impulsan a comportarnos como animales con grandes almacenes de recuerdos. ¿Cuál es el mayor ideal de mí mismo? ¿Qué puedo cambiar de mí mismo para ser mejor persona? ¿A quién en la historia admiro y qué quiero emular?
para no cambiar? Si las personas empiezan a decirse: yo puedo eliminar la culpa, la vergüenza, las sensaciones de no merecer, de no valer….; si podemos eliminar esos estados emocionales destructivos, empezamos a liberarnos, porque son estos estados emocionales los que nos impulsan a comportarnos como animales con grandes almacenes de recuerdos. ¿Cuál es el mayor ideal de mí mismo? ¿Qué puedo cambiar de mí mismo para ser mejor persona? ¿A quién en la historia admiro y qué quiero emular?
Pero saber quién quieres ser no es suficiente para cambiar tu cableado.
No.
El conocimiento es lo que precede a la experiencia. Aprender una
información es personalizarla y aplicarla. Debemos modificar nuestro
comportamiento para poder tener una nueva experiencia que a su vez crea
nuevas emociones. El conocimiento es para la mente; la experiencia, para
el cuerpo. Tenemos que enseñar al cuerpo lo que la mente ha entendido
intelectualmente. Si seguimos repitiendo esa experiencia, se archiva en
un sistema nuevo en el cerebro, y eso permite pasar del pensar al hacer,
al ser.
El siguiente paso es cambiar hábitos de comportamiento, tiene que haber acción.
El
hábito más grande que tenemos que romper es el de ser nosotros mismos,
porque la neurociencia y la psicología dicen que la personalidad ya esta
formada antes de los 35 años, eso significa que tenemos los circuitos
hechos para poder enfrentarnos a cualquier situación y, por lo tanto,
vamos a pensar, a sentir y actuar de la misma manera el resto de
nuestros días. Pero los últimos estudios muestran que es posible cambiar
la personalidad en todas las etapas de la vida, para eso hay que
convertir el hábito inconsciente en algo consciente, llegar a tener
conciencia de esos pensamientos y sentimientos inconscientes.
¿Eso son 20 años de psicoanálisis?
Aunque
llegues a entender intelectualmente que tu padre era muy dominante, eso
no cambia tu condición. El primer paso siempre es aprender. Mientras
vamos aprendiendo nueva información y empezamos a pensarla, la
contrastamos con nuestras creencias y la analizamos, estamos cambiando
nuestro cableado, construyendo una nueva mente. Una vez esa nueva mente
está establecida, tenemos que empezar a pensar cómo mostrarla, y ahí
entra el cuerpo. Cualquier proceso de cambio requiere el desaprender y
el reaprender
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