viernes, 27 de enero de 2012

BUTAN EL PAIS DE LA FELICIDAD(1ra PARTE)


EL SISTEMA ECONOMICO COMO LO PLANTEA LA SOCIEDAD MODERNA ES UNA ABERRACIÓN. CADA VEZ HAY MAS POBRES Y TODA LA RIQUEZA VA SOLO A PARAR A 14 FAMILIAS QUE SON LOS DUEÑOS DE LAS CORPORACIONES QUE DIRIGEN LA TIERRA.PARECE SER UN CAMINO SIN SALIDA!
PERO LOS CIUDADANOS CONSCIENTES DEL MUNDO BUSCAN UNA NUEVA OPCIÓN. VEMOS ALGO EXCEPCIONAL EN BUTAN ,UN PAIS BUDISTA DONDE NO SE VALORA ELPBI (PRODUCTO BRUTO INTERNO) SINO LOS INDICES FIB (EL INDICE DE FELICIDAD BRUTA)..Y MIRA LOS RESULTADOS QUE TIENEN.
HAN TOMADO COMO PATRÓN LA FELICIDAD Y NO LA PRODUCTIVIDAD!!
ESTA SERIA LA BASE DE UNA NUEVA COMUNIDAD DONDE LOS PATRONES DEL DINERO SE DESPLACEN A LA FELICIDAD!
Lo que medimos afecta a lo que hacemos.si los índices únicamente miden cuánto se produce, tenderemos sólo a producir más

"La cuestión es si el pib es una buena medición del nivel de vida", se plantea el nobel stiglitz

"No pretendemos enseñar nada. si el mundo cree que hay algo que aprender, son más que bienvenidos"

Y si los indicadores económicos no fueran suficientes para medir el bienestar de una sociedad? Hace 35 años, en un aislado reino del Himalaya, un carismático rey decidió que era más importante la felicidad interior bruta que el producto interior bruto. Hoy, Bután es la democracia más joven del mundo y el exótico campo de pruebas de uno de los debates más interesantes del pensamiento económico global.

Detrás de las grandes historias suele haber grandes personajes. Y nadie que haya visitado su pequeño reino del Himalaya podrá negar ese calificativo a Jigme Singye Wangchuck, cuarto rey de Bután, cuya aura misteriosa y novelesca parece respirarse en cada uno de los hogares de este país del tamaño de Suiza, con apenas 700.000 habitantes, al que el cuarto rey convirtió el año pasado en la democracia más joven del mundo.


En una semana en el país no fue posible escuchar una sola mala palabra sobre Jigme Singye Wangchuck, educado en el Reino Unido, casado con cuatro hermanas y padre de 10 hijos, uno de los cuales es el actual rey. En cambio, el relato de sus virtudes se repite hasta el empalago. Que si vive solo en una cabaña modesta. Que cuando la gente se ofreció a construirle un castillo dijo que no, que emplearan el dinero y el tiempo en levantar escuelas y hospitales. Que es compasivo, sabio, que lo sacrificaría todo por su pueblo. Que acudió el primero a defender con sus propias manos al país cuando hubo que luchar, en 2003, contra los rebeldes separatistas de Assan, que cruzaban la frontera y se ocultaban en los densos bosques de Bután para lanzar ataques contra la India.
Es un rey dios. El único rey de la historia de la humanidad que merece ese apelativo. Muchos pueblos, por muchos motivos, han venerado a sus mandatarios. Pero él es especial. Es una mente iluminada. Es como un buda". Quizá no haya que ir tan lejos como Ashi Sonan Choden Dorji, de 41 años, la hermana pequeña de las cuatro reinas, que define así a su cuñado, tomando té en el elegante salón de su casa a las afueras de la capital. Pero podría aceptarse la palabra visionario si se tiene en cuenta que el rey acuñó, hace 35 años, un término que hoy, en este escenario del poscomunismo y del poscapitalismo salvaje, constituye el centro de uno de los debates más interesantes que se están produciendo en el pensamiento económico mundial. Un debate al que se han apuntado premios Nobel como Joseph E. Stiglitz o Amartya Sen y líderes occidentales como Nicolas Sarkozy o Gordon Brown.

El 2 de junio de 1974, en su discurso de coronación, Jigme Singye Wangchuck dijo: "La felicidad interior bruta es mucho más importante que el producto interior bruto". Tenía 18 años y se convertía, tras la repentina muerte de su padre, en el monarca más joven del mundo.

No fue un mero eslogan. Desde aquel día, la filosofía de la felicidad interior bruta (FIB) ha guiado la política de Bután y su modelo de desarrollo. La idea es que el modo de medir el progreso no debe basarse estrictamente en el flujo de dinero. El verdadero desarrollo de una sociedad, defienden, tiene lugar cuando los avances en lo material y en lo espiritual se complementan y se refuerzan uno a otro. Cada paso de una sociedad debe valorarse en función no sólo de su rendimiento económico, sino de si conduce o no a la felicidad.

Dos factores pueden explicar que esta especie de tercera vía de desarrollo se haya llevado a la práctica precisamente aquí, en este aislado reino del Himalaya. Por un lado, está su profunda raigambre en la filosofía budista. Y por otro, el proverbial retraso de Bután en su apertura al mundo. El lama reencarnado Mynak Trulku explica el primer factor: "La felicidad interior bruta se basa en dos principios budistas. Uno es que todas las criaturas vivas persiguen la felicidad. El budismo habla de una felicidad individual. En un plano nacional, corresponde al Gobierno crear un entorno que facilite a los ciudadanos individuales encontrar esa felicidad. El otro es el principio budista del camino intermedio". Y esto enlaza con el segundo factor, que explica Lyonpo Thinley Gyamtso, ex ministro del Interior y de Educación: "Están los países modernos, y luego está lo que era Bután hasta los años setenta. Medieval, sin carreteras, sin escuelas, con la religión como única guía. Son dos extremos, y la FIB busca el camino intermedio".

La televisión llegó a Bután en 1999, al mismo tiempo que Internet. Thimpu es hoy la única capital del mundo sin semáforos, y el aeropuerto internacional cuenta con una sola pista. Ese retraso en la modernización ha permitido a Bután, un pequeño país encajado entre los dos Estados más poblados de la Tierra, la India y China, aprender de los errores de otros países vecinos en vías de desarrollo que se han centrado exclusivamente en el progreso económico.

El concepto butanés de la felicidad interior bruta se sostiene sobre cuatro pilares, que deben inspirar cada política del Gobierno. Los pilares son: 1. Un desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo. 2. La preservación y promoción de la cultura. 3. La conservación del medio ambiente. 4. El buen gobierno. Para llevarlo a la práctica, el cuarto rey creó en 2008 una nueva estructura institucional al servicio de esta filosofía, con una comisión nacional de FIB y una serie de comités a nivel local.

Lo que medimos afecta a lo que hacemos. Si nuestros indicadores sólo miden cuánto producimos, nuestras acciones tenderán sólo a producir más. Por eso había que convertir la FIB de una filosofía a un sistema métrico. Y eso es lo que encomendó el cuarto rey al Centro de Estudios Butaneses, que años después ha dado con un índice para medir la felicidad.

La materia prima es un cuestionario que responderán los ciudadanos butaneses cada dos años. La primera encuesta se realizó entre diciembre de 2007 y marzo de 2008. Un total de 950 ciudadanos de todo el país respondieron a un cuestionario con 180 preguntas agrupadas en nueve dimensiones:
1. Bienestar psicológico.
2. Uso del tiempo.
3. Vitalidad de la comunidad.
4. Cultura.
5. Salud.
6. Educación.
7. Diversidad medioambiental.
8. Nivel de vida.
9. Gobierno.
Éstas son algunas preguntas del cuestionario: "Definiría su vida como: a) Muy estresante, b) Algo estresante, c) Nada estresante, d) No lo sé". "¿Ha perdido mucho sueño por sus preocupaciones?". "¿Ha percibido cambios en el último año en el diseño arquitectónico de las casas de Bután?". "¿En su opinión, cómo de independientes son nuestros tribunales?". "¿En el último mes, con qué frecuencia socializó con sus vecinos?". "¿Cuenta usted cuentos tradicionales a sus hijos?".

Una vez procesada la información de las encuestas, se determina en qué medida cada hogar ha alcanzado la suficiencia en cada una de las nueve dimensiones, estableciendo unos valores de corte. A cada indicador en el que un hogar ha alcanzado o superado el valor de corte se le atribuye un cero. Cuando el encuestado no ha llegado al valor de corte en un indicador, se le resta el resultado al valor de corte y se divide la resta por el propio valor de corte. Por ejemplo, si el límite de la pobreza es 8 y el encuestado ha alcanzado 6, el resultado es (8-6) / 8 = 0,25.

Entonces, ¿cómo se determina quién es feliz? Es feliz aquella persona que ha alcanzado el nivel de suficiencia en cada una de las nueve dimensiones (0). ¿Y cómo se determina la felicidad interior bruta? FIB = 1 - (la media del cuadrado de las distancias respecto a los valores de corte).

Ya tenemos, pues, el valor de la felicidad. Pero es sólo eso, un número. El siguiente paso es comparar la FIB de los diferentes distritos. Compararla a lo largo del tiempo. Descomponer el índice por dimensiones, por géneros, por ocupaciones, grupos de edades, etcétera. Y así, la FIB puede utilizarse como un instrumento para orientar políticas.
FUENTE :EL PAIS

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