Otra manera más casera de reciclar el aceite de cocina consiste en emplearlo para elaborar jabón, según una sencilla receta al alcance de cualquier consumidor.
El primer paso es filtrar el aceite para eliminar las impurezas y los residuos sólidos. Se vierten 125 ml de aceite de cocina junto con 100 ml de agua en un recipiente grande y resistente y se bate, a mano o con batidora, hasta que la mezcla emulsione. Después se añaden 20 gramos de sosa cáustica y se remueve cuidadosamente durante una media hora o el tiempo que lleve que se forme una mezcla gomosa y espesa. La sosa cáustica se compra en cualquier droguería y ha de manipularse con mucho cuidado, usando guantes protectores, ya que es un producto altamente corrosivo.
Se puede añadir un poco de aceite esencial o de suavizante para la ropa para mejorar el aroma del jabón resultante. La mezcla, que estará caliente después de añadir la sosa, se deja enfriar, como mínimo, hasta el día siguiente. Una vez fría, la masa sólida podrá trocearse en pastillas de jabón.
Este jabón es muy útil para lavar la ropa y la vajilla, no tanto como jabón corporal pues su pH no está controlado.
Por qué es importante reciclar el aceite y cualquier otro residuo
Un gesto que requiere poco esfuerzo para las personas como es el reciclaje puede suponer un gran beneficio para el medio ambiente. Porque reciclar no sólo ayuda a conservar los recursos naturales y a disminuir la cantidad de residuos producidos sino que también contribuye a reducir la contaminación y la demanda de energía.
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