A QUIEN CULPAS TU?
A QUIEN CULPAS TU?
No eres Tú, soy Yo...
¿Quién
te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién
te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu
vida?... ¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu
jefe?... Podrías
armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente sea lo
más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a
todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han
tratado mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo
dolor que hasta el día de hoy no entiendes.Pero
¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo
que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o
te quita la paz. Nadie tiene la capacidad al menos que tú le permitas,
le abras la puerta y le entregues el control de tu vida.Llegar
a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no es
tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando
comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y
definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en
sus pensamientos, comentarios o decisiones.Cada
día estoy más convencido de que el hombre sufre no por lo que le pasa,
sino por lo que interpreta. Muchas veces sufrimos por tratar de darle
respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me
llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería
escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó
viendo feo? y muchas otras que por razones de espacio voy a omitir.No
se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos,
pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de
haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.Si
lo quisieras ver de forma más gráfica, es como si nos estuviéramos
haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un
tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda. Lo más curioso e
injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos
"lastimaron", siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas
inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estás viviendo en
tu mente.Un claro ejemplo de la enorme dependencia
que podemos llegar a tener con otra persona es cuando hace algunos años
alguien me dijo:"Necesito que Pedro me diga que me
quiere aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca
y que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia;
te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz y me conformo, pero si no
lo hace... siento que me muero".¡Wow! Yo me quedé
de a cuatro ¿Realmente esa será la auténtica felicidad? ¿No será un
martirio constante que alguien se la pase decidiendo nuestro estado de
ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que no
siente... ¿no será un calvario voluntario para nosotros?No
podemos pasarnos la vida cediendo el poder a alguien más, porque
terminamos dependiendo de elecciones de otros, convertidos en marionetas
de sus pensamientos y acciones.Las frases que
normalmente se dicen los enamorados como: "Mi amor, me haces tan feliz",
"Sin ti me muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son completamente
irreales y falsas. No porque esté en contra del amor, al contrario, me
considero una persona bastante apasionada y romántica, sino porque
realmente ninguna otra persona (hasta donde yo tengo entendido) tiene la
capacidad de entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y
hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.Definitivamente
nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a
hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No podemos
estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No
podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros
escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que
pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos
sucede.La siguiente vez que pienses que alguien te
lastima, te hace sufrir o controla tu vida, recuerda: No es él, no es
ella...ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar
el control."Al hombre se le puede arrebatar todo,
salvo una cosa: La última de las libertades humanas- la elección de la
actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su
propio camino".
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