Por Martín Dieser
Una manera de comprender mejor los conceptos es a través de los ejemplos, y en ello el estudio de los rayos no es la excepción, naturalmente. Lo único que debería tenerse en cuenta es que el mero análisis de casos tal vez no nos resulte suficiente para un entendimiento pleno del tema; ahora, si primero reflexionamos sobre la finalidad del rayo en general y luego tratamos de ajustarlo a una necesidad específica, la situación será diferente. De lo general a lo particular, tal el método oculto.
El caso que analizaremos se aplica esencialmente a los rayos de la mente y la personalidad, con algún reflejo del alma. La idea no es que busquemos a qué rayo pertenecemos, sino que entendamos bien cómo funciona cada uno, y por medio de ello sí estaremos en camino de diferenciar las energías, y así poder decir con más fundamento por qué creemos que tal o cual rayo es parte del propósito de nuestra alma. Siempre es conveniente remarcar este acercamiento, porque a nuestro entender encierra la clave de la comprensión del misterio de los rayos: primero entrar en contacto con el alma, y después sí utilizar la mente aplicadamente para cuestiones personales o para otros análisis más amplios, según la intención.
Tal como hemos prometido ya, en el corto plazo les ofreceremos reflexiones particulares sobre cada rayo. Es probable que el esquema abarque el estudio de cada Vida de rayo a nivel egoico, personal, mental, astral y físico, para así brindar un recorrido completo de la energía desde los planos superiores a los inferiores, en unidad de sentido y propósito. Otra posibilidad es tratar los rayos “horizontalmente”, por ejemplo estudiar el plano mental y su función, la cual es llevada a cabo por cada uno de los rayos expresados allí. Eso se verá oportunamente.
Por lo pronto, el fin aquí es analizar de qué manera la energía de un rayo enfrenta y supera una dificultad, dando así un paso más en la evolución. Simbólicamente hablando, supondremos que en el camino hacia la realización de un ser éste se topa con un muro. ¿Cómo reaccionará cada rayo? Veamos lo expuesto por siete pensamientos simiente, más unos breves comentarios:
Primer rayo, Voluntad o Poder: “el peregrino tenía una intención definida, y ésta lo llevaba más allá del muro. Al toparse con el obstáculo, juntó todas sus fuerzas y embistió contra la pared, atravesándola y continuando su camino. Tras él quedó una abertura por la que muchos le siguieron, aunque sin saber a dónde iban. No los vio”.
El 1º rayo avanza porque ha percibido un grado de verdad, y esa percepción de lo elevado lo llevará a ir directamente a la meta, subordinando todo lo restante. Eso implica que todo lo que se ponga en su camino será doblegado ante la potencia de su propósito, o al menos intentará hacerlo. Esta fidelidad en cierto sentido egoísta se encuentra en afinidad con el sentido del rayo, que es el de destruir lo que oculta la verdad y así sentar las bases para la afluencia de nueva luz.
Será tarea de discípulos e iniciados de otros rayos la utilización de la luz acercada, y mientras tanto el 1º seguirá su propósito, que no radica tanto en “mirar atrás” sino abstraerse y permanecer cerca de la divinidad.
Segundo Rayo, Amor – Sabiduría: “el peregrino buscaba conocer, y emprendió un viaje. Al ver el muro se preguntó qué había más allá. Sin saber cómo cruzar, se sentó y reflexionó. Gradualmente pudo ver con más luz y descubrió una puerta. La abrió y continuó su camino”.
Se aprecia aquí la intención clásica del 2º rayo, que suele optar por el reposo antes que actividad. Recordemos que el 2º es un rayo de aspecto y no de atributo, lo que entre otras cosas quiere decir que el énfasis de la energía se pone en la vivencia interna antes que en la externa.
Esta energía actúa subjetivamente; por más que haya “movimiento atractivo” en el plano astral y reacciones de terceros, la causa reside “más arriba”. En ese sentido, la meditación es fundamental para este rayo, porque pone gradualmente al ser en contacto con la luz del alma, y desde allí sí atrae la solución a los problemas. No es asunto del 2º rayo dar soluciones concretas sino atraer a quienes lo harán.
Por supuesto, en el caso corriente de una persona nunca existirá un 2º rayo en todos los vehículos (ni ningún rayo, como regla), y será natural que exista actividad, pero tengamos en mente lo antedicho como general y sepamos diferenciar cada energía, siempre operando en estrecha relación una con la otra.
Tercer Rayo, Inteligencia Activa: “el peregrino buscaba algo, pero no sabía bien qué. Al encontrar el muro intentó esquivarlo caminando hasta el cansancio, pero la barrera se extendía. Dolido, se detuvo y lo midió cuidadosamente. Tomó los materiales que tenía cerca, y con sus propias manos construyó una pendiente de ascenso, escaló y pasó al otro lado”.
La actividad, nota clave del 3º rayo, es la fuerza que actúa dentro de la materia. El Tratado de Fuego Cósmico le asigna una propiedad que es la de rotación, y ello grafica muy apropiadamente la función de este rayo, que gira durante un período determinado para cumplir el designio divino, sea el de un Logos, un Maestro o un hombre.
El 3º rayo adolece de visión superior (ésta es cualidad del 2º), y por lo tanto tiene tendencia a actuar ciegamente y querer resolver todo manipulando la materia, lo cual lo lleva a repetir los resultados: recordemos que el esoterismo sostiene que la materia es realización de un sistema solar anterior, y por lo tanto ya no puede ofrecer al hombre más en el presente que detalles de perfección, nunca luz, esencia de las soluciones y cualidad del alma.
En el pensamiento analizado, primero se manifiesta otra dinámica, que es la de evitar las cuestiones, utilizar la actividad para “tapar” o “cubrir” los desafíos. Finalmente, se logra un momento de reposo y se encuentra la solución, que radica en el correcto empleo de la mente.
Cuarto Rayo, Armonía a través del Conflicto: “el peregrino quería mostrar a todo el mundo lo que hacía, pero el muro le marcó un límite. Encontró una puerta, llamó a golpes y no le abrieron. Quiso derribarla, sin ningún resultado. Fracasado y ya sin ganas de seguir adelante, tuvo una inspiración y se dedicó a pintar las paredes, hasta que los rumores sobre su belleza se expandieron, y un buen día le abrieron la puerta para hacer lo mismo del otro lado”.
Vemos en principio la necesidad del 4º rayo de expresar lo superior, aún cuando esto no sea tan elevado para los demás, pero siempre procurando manifestarlo. La aparición de obstáculos supone un paso más en la evolución, pero la vibración inicial del rayo tenderá a querer armonizar desde un nivel demasiado bajo y por lo tanto generará conflicto.
Una vez que se aprehende el significado de la belleza interna, se accede a un nuevo punto de tensión y desde allí se resuelve el problema, sin necesidad de luchar por ello. Sencillo de comprender intelectualmente, mas harto difícil de poner en práctica, como la humanidad (regida por el 4º rayo) lo demuestra.
Quinto Rayo, Conocimiento Concreto y Ciencia: “enterado de que existía un muro indestructible, el peregrino fue a comprobar si esto era cierto. Lo escudriñó minuciosamente, parte por parte, hasta que comprendió cómo estaba hecho; registró las claves en su cuaderno, lo destruyó y siguió su camino adelante, en busca de nuevos misterios”.
El Tibetano llama al 5º rayo “la energía de la ignorancia”, una expresión muy apropiada, dado que refleja la posición del ser influenciado por este rayo, lejano a la verdad pero consciente de ello y por ende fuertemente impelido por la intención de alcanzarla.
Este rayo marca límites, y llega a la verdad de abajo hacia arriba, alcanzando escalas tan pequeñas de la materia que descubre la verdad del axioma hermético de que “como abajo es arriba”, y puede así apreciar con abstracción el por qué de las cosas.
Asimismo, pone en acción una energía muy importante, que es la que acerca a la conciencia humana la realidad de la existencia de Dios. El momento mental de “darse cuenta”, está presidido por este rayo, y el hecho de que sea asociado con la ciencia no debería hacernos olvidar ello.
Sexto Rayo, Devoción e Idealismo: “ansioso y enceguecido por llegar a su meta, el peregrino se llevó el muro por delante y retrocedió, aunque como sabía que su ideal estaba más allá se prometió que no descansaría hasta atravesarlo. Día tras día ponía todo su esfuerzo en ello pero fracasaba, y lentamente otros viajeros se concentraron tras él, sintiendo curiosidad por su fe. Un buen día, frustrado, el peregrino miró a sus espaldas y vio a los allí reunidos, quienes le preguntaron sobre su meta. Les habló sobre ella, la creyeron, y entre todos derribaron el muro. Para sorpresa suya, la luz lo esperaba no más lejos sino justo después de los escombros”.
Ciego como la pasión pero movilizador de las masas, el 6º rayo es el amor en camino hacia la meta. Requiere previamente del trabajo de los rayos mentales para generar la dualidad, pero una vez presente ésta es el 6º el que fogonea la personalidad y en general la energía de los distintos planos para que se dirijan a lo superior. Es un agente de transformación.
La paradoja de este rayo es que tiende a ser unilateral, pero sólo progresa cuando trabaja en grupo, tal como el pensamiento simiente ilustra. Asimismo, la llegada a la meta prefijada, por ejemplo el hacer que la personalidad se interese por el alma, hace cesar la función de este rayo, que entra en oscuración hasta que necesidades más elevadas lo requieran nuevamente.
Séptimo Rayo, Orden Ceremonial y Magia: “el peregrino anhelaba concretar su plan en tierras lejanas y hacia allá fue, mas en el camino se topó con un muro en construcción. Vio que había trabajadores pero ningún arquitecto, y pidió que le hicieran un puente para pasar al otro lado. Se negaron hasta no terminar su obra, cada vez más desorganizada. Confundido, se calló y miró alrededor: comprendió la futura función del muro y así lo que restaba por hacer y, dejando sus planos aparte, decidió dirigir la construcción él mismo. Terminada la última pieza de la obra, una escalera, subió, pasó al otro lado y continuó su camino”.
El 7º rayo confiere una gran tendencia a la planificación, pero suele suceder que la misma es demasiado egoísta como para perdurar o producir bellos resultados. Es necesario que el discípulo aprenda primero a controlarse a sí mismo, algo que no es sino controlar a las pequeñas vidas bajo su regencia y responsabilidad.
Empero, esto no se obtiene mediante la fuerza, sino bajo la acción de un propósito inteligente, cuya comprensión crea un orden que facilita el correcto flujo de la energía.
Se trata sin dudas de un desafío para la expresión plena del rayo, que muchas veces se combina con la mente para crear falsos planes futuros, cuando el verdadero deber se encuentra en dar perfección a las obras que se tienen por delante, y después sí tal vez cumplimentar otras metas.