La siguiente cita, tomada de Dhammapada, una Escritura Budista, nos muestra que los Antiguos enseñaron hace miles de años que nuestro carácter está construido por nuestros pensamientos:
Todo lo que somos es la consecuencia de lo que hemos pensado. Está basado sobre nuestros pensamientos; está derivado de nuestros pensamientos. Si un hombre habla o actúa con un pensamiento de maldad, el sufrimiento lo perseguirá, exactamente como la rueda sigue a los pies de los bueyes que halan la carreta.
Todo lo que somos es la consecuencia de lo que hemos pensado. Está basado sobre nuestros pensamientos; está derivado de nuestros pensamientos. Si un hombre habla o actúa con un pensamiento inocente y puro, la felicidad lo seguirá, exactamente como una sombra que nunca lo dejará.
"Me trató severamente; me golpeó; me venció; me robó" — todos los que cultivan tales sentimientos tendrán odio sin cesar.
"Me trató severamente; me golpeó; me venció; me robó" —todos los que no cultivan tales sentimientos verán morir el odio.
Porque el odio nunca es superado por odio en ninguna oportunidad. El odio muere mediante el amor. Esta es la regla sabia.
Así, nuestro destino es finalmente determinado por nuestros propios pensamientos y acciones. No estamos "predestinados" a nada ni por nadie. A medida que cambiemos nuestro carácter, ya sea por uno bueno o por uno malo, así también autodeterminaremos, por esa sencilla razón, nuestro propio destino.
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