viernes, 8 de octubre de 2010

“Van a ser trasladados por las SS, esa gran organización caritativa al servicio de los refugiados judíos, así que no tienen por qué preocuparse”.

Con estas palabras el oficial y miembro del partido nazi Karl Plagge despidió a los judíos exiliados en el campo de trabajo que regentaba ante la llegada inminente de las fuerzas alemanas de exterminio. El breve discurso de Karl (en presencia de oficiales de las SS) supuso la desbandada y el ocultamiento sigiloso de un millar de judíos que lograron dar esquinazo a sus ejecutores. Sólo conociendo los antecedentes de esta historia puede comprenderse la importancia irónica de aquella breve alocución.
El comandante Karl Plagge. Fuente: vilnaguetto.com
El comandante Karl Plagge. Fuente: vilnaguetto.com
Karl Plagge ha recibido mayores reconocimientos que Oskar Schindler por su pericia e inteligencia en la labor de salvamento y protección de cientos de judíos refugiados en la Lituania ocupada durante la Segunda Guerra Mundial. No sólo eso; Karl luchó, desde dentro, contra la doctrina racista y principios hitlerianos con la inteligencia y sagacidad que le daba su puesto en la jerarquía Nazi. Su armonía con los trabajadores judíos que alistó para su campo explica no solo la famosa ironía que les salvó la vida sino la defensa a ultranza que éstos hicieron en los juicios sumarísimos de la posguerra.
Karl Plagge nació el 10 de julio de 1897 en Darmstadt, Alemania. Fue un veterano de la Primera Guerra Mundial que acabó, por inercia, alistándose en el partido nacional socialista antes de que las medidas antisemitas y exterminadoras copasen su doctrina. Nunca se perdonó tan magno error y siempre reconoció que no pago contribución alguna durante su militancia. Su lucha interna contra los principios del movimiento le trajo infinitos problemas con la autoridad del partido y minó siempre su prometedora carrera.
HKP_562_1HKP 562 en Vilnius. El campo de trabajo dirigido por Karl plagge.Fuente: vilnaghetto.com


HKP 562 en Vilnius. El campo de trabajo dirigido por Karl Plagge.Fuente: vilnaghetto.com
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En julio de 1941, en su primer contacto con la segunda gran guerra, el comandante Karl fue destinado al frente oriental al mando de la unidad de ingeniería HKP562, que se encargaba del mantenimiento de las unidades motorizadas terrestres del ejército alemán. Su campo de trabajo y reparación se estableció en Vilnius (Lituania). A su llegada el oficial descubrió con horror la existencia del gueto judío y todas las atrocidades genocidas que, si bien barruntaba, no había contemplado con sus propios ojos. Sintiéndose responsable, en aquel mismo momento comprendió que su misión, bordeando los límites de la traición para no descubrirse, debería encaminarse a salvar a aquellas gentes de la barbarie de su propio partido.
Para todo ello (al igual que el famoso Schindler) el comandante prevaricó de sus obligaciones utilizando los recursos de los opresores para beneficio del oprimido. Karl Plagge reclutó para su ‘taller de reparaciones’ a cientos de judíos rescatados del gueto y empleados a su servicio. Los salvoconductos y certificados otorgaban protección a los trabajadores hombres, sus mujeres y hasta dos de sus hijos. En ellos se resaltaban que eran ‘imprescindibles y cualificados’ especializados en ingeniería y automoción. Algunos de los alistados (como bien reconocería el investigador de las hazañas de Plagge, el doctor Michael Good) “No sabían ni enroscar una bombilla” o “se dedicaban a zurcir malamente las medias de los soldados”.

1 comentario:

  1. Karl Plagge logró completar, en varios meses, más de 250 expedientes que salvaron la vida a más de un millar de judíos rescatados del genocidio y exterminio en el gueto de la ciudad. Pero no puedo evitar que, el 27 de marzo de 1944, durante su ausencia por intendencia, las fuerzas de las SS entraran en su campo y ejecutaron una “Aktion Kinder“; reunieron a todos los niños y los condujeron a la muerte. A su vuelta Karl, envuelto en odio y responsabilidad, trasladó su campo de trabajo sin la connivencia del partido a las afueras de Vilnius y así poder tener más control sobre sus refugiados y las visitas ‘inoportunas’.

    En las nuevas instalaciones el comandante se encargaría personalmente de establecer los nuevos protocolos de trabajo y condiciones laborales de sus (esclavos) empleados. Los turnos se redujeron, los trabajos se asignaron según condiciones físicas, las raciones de alimentos aumentaron y , en definitiva, se intentó dar un trato suficientemente justo y humano a los que, paradójicamente, trabajaban por cuenta de sus exterminadores. Todo ello alimentó la empatía de los empleados por su valedor, el comandante Karl Plagge. Además, el nuevo organigrama fue implementado bajo la dificultad añadida de la presencia de soldados y funcionarios alemanes que ejercían el control informativo de las instalaciones.

    Street scene in Vilna Ghetto 2

    El gueto judío de Vilnius (Vilna) hoy. Fuente

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    En el verano de 1944 los soviéticos del Ejército Rojo ya merodeaban a las afueras de Vilnius. La presión que ejercía su presencia sobre las autoridades alemanas se transmitía rápidamente al campo. Los prisioneros sabían que las SS iban a limpiar el campamento antes de entregarlo a las fuerzas aliadas. En consecuencia muchos de ellos se dedicaron a preparar escondites subterráneos o escudriñando recovecos en los barracones para permanecer ocultos durante el servicio de limpieza y así saltarse la temida ‘fumigación nazi’. Pero cualquier escondite era ineficaz sin saber cuando era el momento de utilizarlo. Necesitaban una señal y sólo un hombre podría dársela:

    “Van a ser trasladados por las SS, esa gran organización caritativa al servicio de los refugiados judíos, así que no tienen por qué preocuparse”

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